domingo, 5 de octubre de 2008

ALMENDRA GOMELSKY











Diosa de la tele
Escribe: María paz de la cruz Fotos: christian salazar
Nació en Argentina, pero de su país natal solo le queda la pasión por el fútbol, pues ella se siente peruanísima. Almendra Gomelsky, la recordada dalina, fue un ícono en la niñez de muchos peruanos, y ahora continúa llegando a nuestros hogares a través de su programa "Oh! Diosas". Conversando con ella pudimos darnos cuenta de que la receta del éxito son su simpatía, belleza y humildad.
–Tu programa, "Oh! Diosas", ya tiene cinco años en el aire. ¿Cómo hacen para no repetirse?
Tratamos de juntarnos una vez a la semana con todo el equipo para revisar los programas que hemos hecho, ver qué nos gustó y qué podemos cambiar. Pero dependemos mucho de los invitados, un buen entrevistado te puede bajar o subir el programa. Lo único complicado es cuando te toca uno muy antipático –que ha pasado– o uno que se muere de miedo de estar en la televisión, y tienes que esforzarte un poco más para que no bajen los ánimos. Lo que buscamos es pasar un rato agradable con información que no sea muy densa.
–Al comienzo fue pensado como un programa femenino, pero en realidad el público es bastante amplio, ¿no?
El programa empezó siendo esencialmente para mujeres y tocábamos temas para mujeres, pero al final los temas se expandieron y ahora todos están involucrados: hombres, mujeres y la familia en general. La vez pasada hicieron un tanteo del público y, dependiendo de las horas en que se transmite, a veces lo ven más hombres que mujeres. Creo que ahora a los dos les preocupan las mismas cosas: ambos trabajan, los temas que manejan son muy paralelos y tienen casi el mismo tiempo para ver televisión.
–¿Qué tal es tu relación con la co-conductora Astrid Fiedler?
Muy buena, como con todos los del equipo. Pasamos días enteros juntos, ¡sería imposible hacer un programa como este si nos lleváramos mal! Se notaría, la televisión refleja todo a final de cuentas. De hecho hay días en que no nos soportamos y que no nos queremos ver, pero con el transcurso de las grabaciones pasa. En realidad somos buenos amigos.
–¿Crees que después de tanto tiempo llegará el momento en que sientas que el programa no funciona más?
Estoy contenta con "Oh! Diosas", pero creo que si pudiera hacer algo nuevo dentro del mismo canal estaría feliz. A veces hay momentos en que digo "ay, ya estoy cansada de hacer lo mismo", pero después me doy cuenta de que estoy haciendo lo que me gusta: el programa me deja tiempo libre, puedo estar en la peluquería y estar con mi familia, para mí eso es muy importante.
–¿Y cómo te va con tu salón de belleza?
Siempre me gustó el tema de la belleza, desde que empecé en el modelaje he estado siempre involucrada con el maquillaje y los peinados. Cuando grabábamos "Nubeluz" pasaba todas las mañanas por acá para ir al Amauta, pero en ese entonces no había nada. Conforme pasó el tiempo, Lima creció mucho y esta zona (San Miguel) me empezó a llamar mucho la atención. Hace cinco años estuve buscando locales y primero encontré uno chiquitito a unas cuadras de acá. Nos fue tan bien que el sitio nos quedó enano, ¡a veces teníamos que peinar a las clientas con el reflejo de la ventana! (risas). Ahora ya estamos en un local más grande.
–¿Tú también atiendes en tu salón?
Sí, los martes en la mañana hago corte y también maquillo –que es lo que más me gusta–, aunque no siempre tengo tiempo. Hay chicas que sacan cita conmigo y yo me organizo para atenderlas. He llevado algunos cursos de peluquería, pero creo que la práctica es lo que te da más cancha.

NUBE MÁGICA
–Fue como dalina en "Nubeluz" que te hiciste conocida. ¿Por qué crees que el programa marcó un hito?
Creo que no fue solamente "Nubeluz", sino que fue una época en el Perú en la que se hizo televisión de muy buena calidad. Eran otros tiempos, el mismo formato de "Nubeluz" ahorita ya no funcionaría porque los niños han cambiado mucho, ahora están en otra onda y ese programa de repente les parecería de lo más tonto y muy lento. Yo me quedo con el recuerdo y vivamos con eso, fue lo máximo, no solo para quienes nos vieron, sino también para los que pasamos por la experiencia. Las cíndelas, los gólmodis y las dalinas tuvimos la oportunidad de viajar y vivir momentos importantes. Fue una escuela súper completa en la que nos enseñaban de todo, realmente increíble.
–Luego de la muerte de Mónica Santa María, "Nubeluz" no volvió a ser lo mismo…
Lógicamente. No se trataba simplemente de cambiar a alguien; esa persona a la que tanto quería la gente ya no estaba. Los productores de Panamericana decían que habían decidido tener dos conductoras para que, si alguna se iba, no tuvieran problemas al cambiarla, pero se equivocaron porque la gente se encariña con los personajes de televisión. Lo de "Nubeluz" fue muy fuerte, durante muchos años estuvimos las dos, y cuando se intentó poner más gente no funcionó.
–Los periódicos cubrían la noticia de la muerte de Mónica y, sin embargo, seguían transmitiendo programas repetidos donde aparecía ella. Fue algo muy raro…
Fue un choque muy grande, había contratos y compromisos económicos con muchos países que no se podían desaparecer así como así. Fue un drama saber qué era lo más conveniente. Además los niños no entendían bien, ellos creían que si "Nubeluz" era una nube mágica de verdad, entonces Mónica –que estaba en el cielo– debía estar ahí. El golpe fue muy fuerte; los mismos directivos no sabían qué hacer. La presión después de eso fue tan grande que yo también terminé yéndome.
–En el 2003 publicaste un libro infantil, ¿cómo así te animaste a volver a este público?
Siempre me gustó escribir, es más, yo tenía guardados algunos cuentos que había escrito sin ánimo de publicarlos. La editorial Amores Libros me buscó para proponerme la idea de publicar cuentos de literatura infantil clásica, pero agregando a Almendrita, un personaje que cambiaba un poco el final de las historias que eran horrorosas, siempre se comían a alguien o aparecía una bruja malísima. Los personajes originales eran o muy malos o muy buenos, y la realidad no es así, entonces tratábamos de mejorarlos y volverlos más reales. Hicimos esos cambios y al final incluimos un cuento mío que desempolvé del cajón de los recuerdos.
–He leído que todas las noches les lees un cuento a tus hijos.
Sí, eso es impajaritable, como se dice. Cuando grabo y me tengo que quedar en el estudio hasta tarde, como sea llego a contarles un cuento. Mi hija (Macarena, de seis años) muere por las princesas, está en la edad, y mi hijo (Rodrigo, de cuatro) como buen hombrecito por las historias de dragones, intento contárselos siempre de manera diferente.
–¿Cómo son ellos?
Son lo máximo (se le llenan los ojos de lágrimas). ¡Hablo de ellos y ‘buaaa’, me emociono! A Macarena le encanta la televisión, más bien yo tengo que frenarla un poco porque es muy chiquita todavía. Cuando la llevo al programa ella se mete a la grabación, y a veces grabamos tres programas en un día y en los tres se mete y aparece con la misma ropa, es súper histriónica. Rodrigo, no, nada que ver con las cámaras, creo que él es más intelectual. Los que sí le encantan son las motos y los carros, pero espero que se le vaya con el tiempo porque me moriría de miedo de que ande manejando a gran velocidad. Él es muy bueno, súper cariñoso y muy hogareño. Son muy distintos, a pesar de que uno los cría y educa igual siempre salen diferentes.
–¿Te sientes una mamá engreidora?
Ay, sí… lo heredé de mi mamá. De hecho, soy un poco gritona, pero les entra por una oreja y les sale por la otra. Tito (Awe, su esposo) es más tranquilo y juega mucho con ellos, pero cuando él dice "se acabó" los dos le hacen caso. Pero es normal, siempre tiene que haber un balance, y él es el que pone la nota seria con ellos.
–Ya llevan once años juntos…
Nos conocemos hace 25 años. Éramos súper patas, de ahí yo me casé, estuve siete años casada, él estuvo con otra pareja muchos años, y de ahí nos volvimos a encontrar y hace once años que vivimos juntos. Decidimos casarnos en el 2004, cuando Macarena tenía dos años y ya venía el otro en camino, pero yo cuento once años.
–Después del embarazo de Macarena te hiciste una lipoescultura, ¿no?
Sí, lo que pasa es que engordé 20 kilos y se notaba demasiado. Solo trabajé hasta los tres meses de embarazo y de ahí me dediqué a tragar, leer y a estar echada. Me prohibieron hacer ejercicios porque justo antes de Macarena había perdido un bebé. Nació mi hija y me costó mucho bajar de peso. ¡Eso que te dicen que cuando das de lactar bajas de peso es mentira! Tenía que empezar a trabajar así que me hice la primera cirugía de mi vida –ni siquiera me había sacado una muela nunca–, pero salió muy bien. Después de que nació Rodrigo me hice reducción de senos, también me dijeron que cuando diera de lactar se me iban pero ¡nada! Estaba traumada. Todas mis amigas me decían "todo el mundo se quiere poner y tú te quieres sacar", pero yo igual me operé. Luego, también subí 20 kilos con Rodrigo, y hasta hora no recupero mi peso ideal. La televisión engorda, así que siempre tienes que estar un poquito más delgada, y con la flaca que tengo al lado ¡peor! (risas).
–En diciembre cumples 40 años, una edad que trauma a muchas mujeres, ¿tú cómo te sientes?
Mira, podrá sonar a resignación, pero nada que ver. Tengo una hermana mayor que me lleva quince años y cuando llegó a los 40 fue su mejor época, estaba espectacular, como nunca antes había estado, tanto físicamente como emocionalmente y laboralmente. Se me ha quedado esa imagen de que a los 40 es cuando una logra estabilizarse en la vida. Me siento súper bien, siempre he pensado que la mejor época de una mujer es a partir de los 40 y la de los hombres a partir de los 50, así que ¡ya me toca! (risas).
Suplemento WAPA de La Republica Oct 2008

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